jueves, 12 de febrero de 2015

El Cardenal Marx enseña un Evangelio distinto al que enseñó Jesucristo

Reinhard Marx niega que vivir en adulterio sea siempre pecado y valora el amancebamiento y las uniones homosexuales


En una entrevista concedida al Jesuita Luke Hansen para “America Magazine”, el Cardenal Reinhard Marx reconoce que aprecia valores positivos en las parejas homosexuales que duran toda la vida, en las uniones prematrimoniales y en los matrimonios civiles posteriores a un divorcio. Además se suma a las palabras del Obispo de Amberes a favor del reconocimiento de las parejas homosexuales y asegura que muchos Padres Sinodales estaban de acuerdo con sus tesis, a pesar de que son claramente contrarias a la Escritura, la Tradición y el Magisterio bimilenario de la Iglesia Católica.


(America Magazine / RD) Reproducimos por su interés algunas de las preguntas de la entrevista al Cardenal Marx:


- Dos temas del Sínodo son los divorciados católicos vueltos a casar y los católicos gay, especialmente los que mantienen relaciones. ¿Tiene usted oportunidad de escuchar directamente a estos católicos en su actual ministerio?

Cardenal Marx: He sido sacerdote por 35 años. Este problema no es nuevo. Tengo la impresión que tenemos mucho que hacer en el campo teológico, no solamente en relación a la cuestión del divorcio, sino también en cuanto a la teología del matrimonio. Me sorprendo cuando algunos dicen sobre este asunto, «todo está claro». Las cosas no están claras. No es una cuestión acerca de cómo la doctrina de la Iglesia está siendo determinada por los tiempos actuales. Es una cuestión de aggiornamento, de decir todo esto de manera que la gente pueda entenderlo, y de adaptar siempre nuestra doctrina al Evangelio, a la teología, en sentido de encontrar nuevos caminos para entender lo que Jesús dijo, el significado de la tradición de la Iglesia, la teología y así con las otras cosas. Hay mucho que hacer.

He hablado con muchos expertos -canonistas y teólogos- quienes reconocen muchas cuestiones relacionadas con la sacramentalidad y validez de los matrimonios. Un interrogante es: ¿Qué podemos hacer cuando una persona se casa, se divorcia y luego encuentra un nuevo compañero/a? Hay diversas posiciones. Algunos Obispos en el Sínodo dijeron: «Están viviendo en pecado». Pero otros dijeron: «No podemos estar diciendo cada día que alguien está en pecado. Esto no es posible». Como ve, hay cuestiones acerca de las cuales debemos conversar. Abrimos una discusión sobre estos temas en la Conferencia de los Obispos alemanes. Ahora el texto está publicado. Pienso que es un muy buen texto y una buena contribución para la discusión en el Sínodo.



Es muy importante que en el Sínodo no se tenga el espíritu del «todo o nada». No es un buen camino. El Sínodo no puede tener ganadores y perdedores. Este no es el espíritu del Sínodo. El espíritu del Sínodo está en encontrar un camino juntos, no decir, «¿Cómo puedo encontrar un camino para imponer mi postura, mi pensamiento?». Más bien: «¿Cómo puedo entender la otra postura, y cómo podemos encontrar juntos una nueva postura?». Este es el espíritu del Sínodo.

Por lo tanto, es importante señalar que estamos trabajando sobre estos temas. Espero que el Papa inspirará este Sínodo. El Sínodo no puede decidir. Solo un Concilio o un Papa puede decidir. Estas cuestiones deben ser entendidas en un contexto más amplio. La tarea es ayudar a la gente a vivir. No se trata, de acuerdo con “Evangelii Gaudium”, acerca de cómo podemos defender la verdad. Se trata de ayudar a la gente a encontrar la verdad. Esto es lo importante.

La Eucaristía y la reconciliación son necesarias para la gente. Decimos a algunas personas, «Tú no te reconciliarás hasta tu muerte». Esto es imposible de creer cuando ves las situaciones. Puedo poner ejemplos. En el espíritu de “Evangelii Gaudium” debemos ver cómo la Eucaristía es medicina para la gente, para ayudar a la gente. Debemos encontrar caminos para que la gente pueda recibir la Eucaristía. ¡No se trata de encontrar caminos para mantenerlos afuera! Debemos encontrar caminos para acogerlos. Debemos utilizar nuestra creatividad para preguntarnos, «¿Podemos hacer algo?». Quizás no es posible en algunas situaciones. Esa no es la cuestión. El objetivo es cómo podemos acoger a las personas.


- En el Sínodo usted se refirió «al caso de dos homosexuales que han estado viviendo juntos por 35 años y cuidándose uno al otro, incluso en las últimas fases de sus vidas», y usted preguntó: «¿Cómo podemos decir que eso no tiene valor?». ¿Qué ha aprendido usted de estas relaciones y tienen alguna relación con la ética sexual actual?

Cardenal Marx: Al hablar de ética sexual, quizás no tenemos que comenzar con el hecho de dormir juntos, sino con el amor, la fidelidad y la búsqueda de una relación que dure toda la vida. Yo estoy asombrado de como la mayoría de nuestros jóvenes, incluidos los católicos homosexuales activos, buscan una relación que dure para siempre. La doctrina de la Iglesia no es extraña para esta gente. Es verdad. Debemos comenzar desde los puntos centrales de la doctrina para ver el sueño: el sueño es que una persona diga, o un hombre y una mujer digan, «Usted y usted, para siempre». «Usted y usted, para siempre». Y que nosotros como Iglesia digamos: «Sí, eso está Ok. ¡Su visión es la correcta!». Entonces, así encontramos un camino. Entonces, después quizás se da un fracaso. Ellos encuentran a la persona, y quizás no es un gran éxito. Pero la fidelidad de por vida está bien y es buena.

La Iglesia dice que una relación gay no está al mismo nivel que una relación entre un hombre y una mujer. Eso es claro. Pero cuando ellos son fieles, cuando están comprometidos con los pobres, cuando están trabajando, no es posible decir: «Todo lo que tú haces, porque tú eres homosexual, es negativo». Eso no debe ser dicho, y yo no he escuchado ninguna crítica al respecto. No es posible mirar a una persona solo desde un punto de vista, sin mirar la situación completa de la persona. Eso es muy importante en ética sexual.

Lo mismo pasa con las personas que están juntas pero se casan más tarde, o cuando son fieles el uno al otro pero están unidos sólo por el matrimonio civil. No es posible que digamos que esa relación fue totalmente negativa si es que en la pareja son fieles el uno al otro, y están esperando, o planificando su vida, y después de diez años encuentran el camino hacia el sacramento. Cuando es posible, tenemos que ayudar a la pareja a encontrar plenitud en el sacramento del matrimonio. Nosotros discutimos de estas cosas en el Sínodo, y muchos Padres Sinodales compartían esta opinión. Yo no estaba solo en este tema.


- El mes pasado el Obispo Johan Bonny de Amberes, Bélgica, dijo que la Iglesia debía reconocer una «diversidad de formas» y podría bendecir a algunas relaciones homosexuales basadas en los valores del amor, fidelidad y compromiso. ¿Es importante para la Iglesia discutir estas posibilidades?

Cardenal Marx: Yo dije en el Sínodo que Pablo VI tuvo una gran visión en «Humanae Vitae». La relación entre un hombre y una mujer es muy importante. Las relaciones sexuales en una relación fiel están fundadas en la conexión entre la procreación, el darse amor, la sexualidad y la apertura a la vida. Pablo VI creía que esa conexión podía ser destruida. Él estaba en lo correcto; basta mirar todas las cuestiones abiertas por la medicina reproductiva. No podemos excluir este gran modelo de sexualidad, y decir, «tenemos diversidad» o «todos tienen el derecho a...». El gran significado de la sexualidad es la relación entre un hombre y una mujer y la apertura a dar vida. Yo también he mencionado previamente que la cuestión de acompañar personas, para ver que están haciendo las personas con su vida y sus situaciones personales.





Comentario: Es evidente que para hacer ver la contra-natura como algo “normal”, necesariamente la fornicación y el adulterio deben dejar la categoría de pecados graves para transformarse ahora en situaciones ejemplares... por obra y gracia del todopoderoso e influyente Marx. Sólo así, cambiando la valoración moral de la Iglesia y dejando la duda respecto del matrimonio -del que afirma que “las cosas no están claras”-, sólo así, decíamos, se puede demoler la Iglesia contando con el aplauso de los progresistas católicos, “idiotas útiles” del Nuevo Orden Mundial y altos traidores de la causa de Jesucristo, aunque algunos no se den cuenta siquiera de su triste papel o sean bienintencionados.

La desfachatez de este Cardenal inspirado por el mismo averno, aunque lamentable, no es un caso aislado. El Clero abiertamente ProGay, impensable en épocas de san Juan Pablo II o Benedicto XVI, se ha envalentonado con los “vientos de cambio” que la prensa mundial viene anunciando desde hace dos años. Y a plena luz del día dicen sandeces que casi nadie se atreve a contradecir aunque esté en juego la fidelidad a Cristo y a su Evangelio. Si san Pablo Apóstol viviera hoy lo tratarían de fundamentalista , pelagiano e inmisericorde. ¿Podemos los católicos quedarnos inactivos frente a tamaño debacle?

¿Este Cardenal, de evidente moral neopagana, que con sus opiniones pervierte las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia y es causa de desorientación y escándalo para los fieles, no debería ser excomulgado? ¿O es que la moral neopagana tiene muchos seguidores en la Jerarquía Eclesiástica en su más alto nivel? 

Terminamos este post respondiendo a Marx tomando prestadas unas palabras de Luis Fernando Pérez Bustamante, Director del Portal InfoCatólica, nunca mejor dichas:


Es otro evangelio, por tanto, anatema

Aquellos que predican contra la Escritura y afirman que vivir en adulterio no es siempre pecado… 

Aquellos que predican contra las palabras de Cristo y dicen que no son adúlteros quienes se han vuelto a casar tras divorciarse de un matrimonio unido por Dios...

Aquellos que predican que la misericordia divina consiste en que Dios puede ser cómplice del pecado y no buscan la conversión… 

Aquellos que predican que hay algo de positivo cuando dos cristianos viven amancebados, fornicando sin pasar por el sacramento del matrimonio…

Aquellos que predican que puede haber algo bueno en el pecado nefando, abominable a los ojos de Dios, consistente en mantener relaciones sexuales estables entre personas del mismo sexo…

Aquellos que predican sobre la gracia como el heresiarca Lutero, indicando que la justificación consiste en una especie de contrato legal por el cual el hombre se mantiene igual de pecador que antes de ser justificado, sin necesidad de cambio de vida… 

Aquellos que predican que se puede profanar lo más santo de la fe católica, comulgando en pecado mortal… 

Aquellos que predican que se puede conceder la absolución a quienes no tienen intención de abandonar una vida de pecado…

Aquellos que predican contra todo lo que la Iglesia de Cristo ha enseñado durante veinte siglos…

… caen bajo el juicio de la Escritura:

«Me maravillo de que tan pronto, abandonando al que os llamó a la gracia de Cristo, os paséis a otro evangelio.  No es que haya otro; lo que hay es que algunos os turban y pretenden pervertir el Evangelio de Cristo. Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema. Os lo hemos dicho antes, y ahora de nuevo os lo digo: Si alguno os predica otro evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema» (Gal 1, 6-9).

«Como hubo en el pueblo profetas falsos, así habrá falsos doctores, que introducirán herejías perniciosas, llegando hasta negar al Señor que los rescató, y atraerán sobre sí una repentina ruina» (2ª Ped 2, 1).

Si eres católico por gracia de Dios, debes huir de ellos, sean quienes sean:

«Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no lleva esa doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis, pues el que le saluda comunica en sus malas obras» (2 Jn 9-11).

Huye de los lobos. Recuéstate en los brazos del Buen Pastor, que es Cristo. Y no dudes que Él limpiará su Iglesia de tanta maldad. La ama demasiado como para dejarla en manos de quienes pisotean su sangre derramada en el Calvario para nuestra salvación.



Luis Fernando Pérez Bustamante








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